Caracas, 06 Nov. Cortesía AVN.- Fue el 6 de noviembre de 1971 cuando, en el Patio de Honor de la Academia Militar de Venezuela, Hugo Chávez recibió la Daga de Cadete, en la promoción Simón Bolívar. Fue precisamente el Libertador su principal inspirador en la sagrada carrera de las armas.
A la Casa de los Sueños Azules, Chávez había llegado unos meses antes como aspirante a cadete. En ese momento, su objetivo era ser pelotero como Néstor Isaías «Látigo» Chávez, lanzador de los Navegantes del Magallanes. Sin embargo, entendió, casi de inmediato, que un compromiso mayor había emergido. Era —como lo dijo el mismo Chávez en una oportunidad— un nuevo nacimiento.
Es así como con fidelidad se enrumbó hacia la construcción de la Patria digna, soberana e independiente, honrando así al Padre de la Patria, cuyo legado lo mantuvo vigente y de quien recordaba una de sus más insignes frases: «Yo sigo la gloriosa carrera de las armas, sólo por obtener el honor que ellas dan: por libertar a mi patria y por merecer el honor de mi pueblo». Así fue. Chávez siempre se sintió un cadete.
«Merecer el honor que las armas dan, porque es un honor y deben ser. Y uno debe portar con honor las armas del pueblo, las armas de la República, porque es un honor ser caballero y dama de las armas, de la soberanía y defensa del pueblo sagrado de Venezuela, es un honor y hay que merecerlo”, sostuvo el líder bolivariano, durante el acto de investidura de los cadetes de la promoción José Félix Ribas, celebrado el 6 de noviembre de 2011.
En esa oportunidad, al celebrarse además 40 años de la investidura de los cadetes de la promoción Simón Bolívar, el Comandante de la Revolución Bolivariana manifestó su orgullo por cumplir con el juramento que le hiciera a la patria, al Libertador.
«40 años que aquí están sumados hoy en este día, 40 años de experiencia, 40 años de lucha, 40 años de patria renacida en la Revolución. 40 años, cuatro décadas han pasado y en estas cuatro décadas nosotros vimos como renació la patria y ya se dirá mañana lo que tenga que decirse, pero por más que se diga de aquí y de allá, nosotros, los soldados verdaderos que hace 40 años fuimos investidos aquí y juramos defender esta patria a costa de nuestra propia vida. Compañeros, aquí estamos y podemos estar humildemente orgullosos: hemos cumplido nuestro papel, hemos jugado nuestro juego, hemos ocupado nuestras trincheras de batalla, aún a costa de nuestra propia vida, en defensa de la patria de Bolívar, de la patria de nuestros padres, de la patria de nuestros hijos, y aquí está Venezuela, renacida y en revolución y en plena marcha con un pueblo, con sus soldados, unidos», recalcó.
Asimismo, reiteraba entonces su llamado a la unión del pueblo en pro de la soberanía nacional. «Ese seguirá siendo siempre mi llamado, unión, unión, unión. Fue siempre el llamado el clamor del padre Bolívar; aún muriendo por allá, casi solitario, seguía clamando por la unión, sigamos uniéndonos, con nuestras diferencias, con nuestro criterio, con nuestra libertad de pensamiento, con nuestra crítica, autocrítica permanente, con nuestras diferencias, pero unidos en este diverso y grande movimiento bolivariano, patriótico, revolucionario, socialista, porque ese es el único camino, no hay otro, no habría otro camino para tener patria».
Ese era el compromiso del hombre que, en julio de 1975, se graduó con el grado de subteniente de Artillería, especializado en Ciencias y Artes Militares, en la rama de Ingeniería, mención terrestre. Se destacó por obtener las más altas calificaciones en los diversos cursos que realizó en el seno de las Fuerzas Armadas. AVN