Caracas, 02 Feb. Cortesía AVN.- Elevados niveles de desigualdad y exclusión social, evidenciados en 57% de pobreza (de acuerdo a las cifras del Instituto Nacional de Estadísticas), encaraba el pueblo de Venezuela a finales de 1998. Hasta entonces se había enfrentado a gobiernos sometidos a los intereses extranjeros artífices de medidas neoliberales en detrimento de los venezolanos.
La indolencia se había apoderado de quienes por más de cuatro décadas estuvieron frente a la conducción del país. Fue así como ese infortunio dejó como resultado una «galopante y terrible crisis social», como lo describió el 2 de febrero de 1999 el comandante Hugo Chávez, quien esa tarde era investido como Presidente de la República, tras obtener el triunfo con 56,20 % de los votos, el 6 de diciembre de 1998.
Así pues, Chávez se comprometía a confrontar lo que calificó como una «emergencia social», ante lo cual enfatizó: «Yo declaro al mundo que Venezuela está en emergencia social. Nosotros tenemos que enfrentarla, pero no para restringir o eliminar garantías. ¿Quién va a eliminar garantías en Venezuela si ya todas están eliminadas? ¿Cómo vamos a suspender lo que ya está suspendido? ¿Qué garantías más le vamos a quitar a nuestros pueblos?», al referirse a la Constitución de 1961, que se mantuvo vigente hasta 1999 y con la que fueron violentadas y suspendidas la garantías constitucionales por los gobiernos de turno.
Se tomaba así las primeras acciones a favor del bienestar del pueblo. Se colocaba así las demandas de las mayorías en el centro de la política. Dejaba atrás la indiferencia y declaraba la guerra a los males sociales.
Para ello, a partir del año 2003 nacieron progresivamente los programas de protección: las misiones educativas y de salud; planes alimentarios y las grandes misiones de vivienda y seguridad, entre otros.
Un billón 182.000 millones de dólares es la cifra total de la inversión social que desde 1999 hasta 2014 ha empleado la Revolución Bolivariana para el pueblo, y que se expresa en la construcción de viviendas, el fortalecimiento de la educación, de la salud y de programas sociales, recalcó en enero pasado presidente de la República, Nicolás Maduro, desde la Asamblea Nacional, durante su mensaje anual al país.
Aquel 2 de febrero, Chávez también llamaba al pueblo todo, a sus seguidores y adversarios, a convertirse en instrumento para esa transformación en favor del colectivo.
«Clamo a todos, los partidarios de nuestra propuesta o nuestro proyecto, los adversarios de nuestra propuesta, los llamo a que jugando cada quien su papel, pensemos primero y antes que nada en el interés del país y en el interés del colectivo, y pongamos en último término el interés de nuestra fracción o el interés de nuestro partido o el interés de nuestro grupo o el interés de nuestra familia o el interés de nosotros mismos. Eso va en último lugar de prioridad», llamó.
La construcción de la patria
En su primer discurso como Presidente de la República, el comandante también alzaba su voz para, entre otras cosas, caminar hacia la democracia verdadera, la construcción de la patria, abrazados del verdadero ejercicio de la soberanía.
«Yo llamo a los venezolanos a luchar todos para que tengamos Patria, para que tengamos una Venezuela verdadera, una democracia verdadera».
En ese sentido, trazaba el camino a seguir, además de lo social, insistía en la necesidades de avanzar en lo político y económico y en lo ético, a lo que llamaba la transición transformadora. La Revolución era la clave para ello, una revolución signada por la esencia bolivariana.
«Es un pueblo que recuperó por su propia acción, por sus propios dolores, por sus propios amores, recuperó la conciencia de sí mismo y allí está clamando, en las afueras del Capitolio y por donde quiera que vayamos. Eso no tiene otro nombre que una Revolución. Terminando el siglo XX y comenzando el siglo XXI venezolano aquí se desató una verdadera revolución, señores y yo tengo la certeza de que nosotros le vamos a dar cauce pacífico, que nosotros le vamos a dar cauce democrático a esa revolución que anda desatada por todas partes».
«Ese pueblo necesita cauce. No podemos defraudarlo de nuevo, no podemos desfigurar el proceso. Asumamos con coraje y con valentía la tarea de darle cauce a la revolución venezolana de este tiempo o la revolución nos pasa por encima, tenemos dos alternativas, son dos opciones que tenemos: o le damos cauce a esa fuerza o esa fuerza nos pasa por encima», manifestó con fuerza Chávez.
También se refirió en la necesidad de transcender el modelo rentista petrolero, con el impulso y fortalecimiento del trabajo en los campos y en los mares.
A toda esta labor, de la construcción de la patria libre y soberana, manifestó la importancia de la incorporación de los hombres y mujeres que le sirven al país desde las Fuerzas Armadas.
«Nuestros hermanos de Armas no pueden estar encerrados en cuarteles y en bases navales y en bases aéreas con la gran capacidad, con el gran activo humano, con la gran cantidad de recursos que están allí como desactivados, como si fuera otro mundo eso, separados de una realidad pasmosa, una realidad cruenta que clama por inyección de recurso, de moral, de disciplina».
La Constituyente
Asimismo, el Comandante insistía en la creación, con la participación del pueblo de una nueva Constitución, y para ello llamaba entonces a una Asamblea Constituyente, que un poco más de dos meses después fue aprobada con el 87,75% de los votos.
Aquel 2 de febrero explicaba las necesidades de enterrar la Constitución de 1961. «Tiene que morir y junto a ella el modelo político nefasto al que dio nacimiento en estos últimos cuarenta años. Eso tiene que morir. Va a morir, señores. Acéptenlos todos y es necesario que muera, pero claro que, al mismo tiempo es necesario que nazca otro modelo». Llegó así la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de 1999. AVN