Pionero del bioanálisis en Venezuela
Caracas, 19.08.16 (Cortesía Correo del Orinoco).- El 20 de agosto de 1909, en Caracas, falleció a sus 32 años el científico trujillano Rafael Rangel, considerado el padre de la parasitología y el bioanálisis en Venezuela.
Rangel, nacido el 25 de abril de 1877 en Betijoque, municipio Rafael Rangel, contribuyó como investigador en gran medida a dar soluciones a problemas sanitarios de su época. Por ello, fue nombrado en 1902 primer director del laboratorio de histología y bacteriología del Hospital Vargas.
Entre sus labores dedicadas a la ciencia también figura la campaña sanitaria para erradicar la peste bubónica en La Guaira, en 1908, un año antes de su muerte.
Su carrera en el área de la medicina la inició en el año 1896, luego de haber culminado su bachillerato, en la Universidad Central de Venezuela (UCV), en Caracas, donde se inscribió en los cursos de Anatomía, Histología, Bacteriología, Física y Química Médica.
Un año después, culminó esta etapa educativa con notas sobresalientes y de inmediato inició el segundo año de medicina, tiempo en el que paralelamente recibió lecciones de Clínica Médica en el Instituto Pasteur, destacándose con esta preparación en las áreas de Bacteriología y Microbiología.
En esta época el científico trujillano sufrió de tuberculosis pulmonar. Regresa a su tierra natal hasta su recuperación, retorna posteriormente a la capital de la República y se incorporó nuevamente a sus labores. No obstante, cursando el tercer año de esta carrera decidió retirarse de la universidad.
Rangel complementó sus conocimientos sobre laboratorio al formar parte de las cátedras dirigidas por el también médico trujillano José Gregorio Hernández, aprendiendo, entre otras cosas, a conocer las técnicas de la parasitología microscópica. Ya para el año 1901 era buen conocedor de las técnicas de microbiología.
Sus conocimientos científicos en este ámbito avanzaron y se ampliaron, incluso hasta el día en que muere, pues en ese momento se encontraba dentro del laboratorio donde colocaba en práctica sus conocimientos. Allí, decidió acabar con su vida ingiriendo una mezcla de cianuro de potasio y vino, tras sufrir de una depresión por varios problemas surgidos durante la epidemia de peste registrada en 1909 y por la negativa a una anhelada beca en el extranjero.
En reconocimiento a la labor del trujillano, el Instituto Nacional de Higiene lleva desde 1977 el nombre de este científico. Texto/AVN / Foto/Archivo