Caracas, 23/08/18. ( Cortesía del Minci).- El 23 de agosto de 1845, murió en París, Francia, el General Rafael Urdaneta, víctima de una penosa enfermedad que desde hacía tiempo venía padeciendo.
El prócer de la Independencia de Venezuela y último presidente de la Gran Colombia, murió a la edad de 57 años, luego de haber luchado por la Patria en 26 batallas, en su mayoría en compañía del Libertador Simón Bolívar.
Fue sorprendido por la muerte cuando, comisionado por el Presidente de la República, Carlos Soublette, se dirigía a España para negociar un tratado de reconocimiento, de paz y amistad con la Madre Patria. En aquellos días su nombre se mencionaba para dirigir los destinos de Venezuela, una vez concluido en 1847 el período de Soublette.
Los médicos le indicaron la necesidad de una intervención quirúrgica, pero Urdaneta, deseoso de llevar a feliz término la comisión que le condujo a Europa, aplazó el tratamiento y partió para París.
Sin embargo, al llegar a esa ciudad se agravó y antes de su muerte se le insinúo la conveniencia de hacer el testamento, a lo que respondió: “Solo tengo y dejo una viuda y once hijos en la mayor pobreza”. Su viuda Doña Dolores Vargas París, con quien se casó en 1822, y sus hijos: ocho varones y tres hembras.
Tal era la integridad moral y responsabilidad de Urdaneta que antes de morir pidió a uno de sus hijos que le acompañaba, que devolviera al Tesoro Público los viáticos que no habría de utilizar si fallecía antes de concluir el viaje.
Hijo de Miguel Jerónimo Urdaneta y Troconis y de María Alejandrina Farías, fue una de las más interesantes y grandes figuras de la historia venezolana, de los pocos capaces de comprender el valor histórico real de la concepción bolivariana. Nacido en Maracaibo, estado Zulia, el 24 de octubre de 1788, había cumplido una obra de lealtad de ingentes servicios como en las más jerarquizadas gestiones de la diplomacia, la administración y la política. Bolívar tuvo para él los mayores reconocimientos y una vez le dijo alborozado y orgulloso, por la forma como respondía a las exigencias del momento de la emancipación: “Usted es el eje de mis operaciones en el ramo de la guerra”.
Y era que Urdaneta no descansaba ni un instante en su oficio de guerrero. Se cuenta que en 45 días participó en 27 combates y los 27 años de edad ya era General de División, es decir, en 1815, cuando aún la guerra comenzaba sin fortuna.
La historia relata con emoción patriótica el episodio de los cuatro mil soldados realistas que lo sitiaron en Valencia y él, apenas con 280 hombres, respondió con heroísmo a aquella singular orden de Bolívar: “General defenderéis a Valencia hasta morir”.
En 1821, liberó a la provincia de Coro y continuó hasta San Carlos, donde Bolívar, ya compañero de lucha, preparaba una concentración de fuerzas para en Carabobo vencer al ejército realista y sacarlo definitivamente de Venezuela. A partir de allí, ejerció cargos como Presidente del Senado de Colombia, Intendente del Departamento del Zulia, jefe en la cartera de Marina y Guerra y en la máxima magistratura de Colombia, hasta que el 28 de abril de 1831, abandona Nueva Granada y se traslada a Curazao.
A los 49 años de edad es nombrado Secretario de Guerra, cargo que desempeñó hasta 1839.
En 1842, lo nombran Gobernador de la provincia de Guayana, y en delicada misión, en su condición de presidente de la Sociedad Bolivariana; tuvo después la honra, justa y merecida por más de un título, de comandar las tropas durante la traída de las cenizas de El Libertador, vistiendo entonces uniforme militar por última vez.
Hay que destacar que el general Rafael Urdaneta siempre honró su amistad y fidelidad a El Libertador en sus acciones.
En 1843, durante el Gobierno de Soublette, volvió a la cartera de Guerra y Marina, donde permaneció hasta su muerte. Rafael Urdaneta reunió todas las virtudes de un gran militar: Valor temerario, constancia, decisión, serenidad, y fue entre los tenientes de Bolívar, junto con Sucre, el de más conocimientos estratégicos. Sus restos, descansan en el Panteón Nacional.