Maracaibo, 24 Jul. Cortesía AVN.- Eran las 3:30 de la tarde del 24 de julio de 1823 cuando se dio inicio a la cruzada que consolidó la independencia de Venezuela. Fueron dos horas y media de dura batalla en la que las fuerzas patriotas, con menos hombres y embarcaciones que las realistas, pero llenos de coraje y del deseo de ser libres, limpiaron de invasores al Lago de Maracaibo.
Venezuela gritó su libertad definitiva, la cual significó un triunfo para el gran sueño de Simón Bolívar de ver a América libre.
Ese día, el Libertador cumplía 40 años y lo celebraba batallando en el sur del continente, para sellar también la Independencia de las actuales repúblicas de Ecuador, Perú y Bolivia.
Recuperar Maracaibo
Habían transcurrido dos años de la victoriosa Batalla de Carabobo, ocurrida el 24 de junio de 1821 y que liberó del imperio español a Venezuela; sin embargo, los realistas, al mando de Francisco Tomás Morales, marcaron una contraofensiva para recuperar Maracaibo, lo cual lograron en 1822.
Bolívar, quien batallaba en el sur, le envió una misiva al general en jefe Rafael Urdaneta y al general Mariano Montilla de la Armada de Venezuela y la Gran Colombia, donde les ordena libertar Maracaibo, por su importancia para el triunfo de la cruzada que buscaba unir a América.
Montilla reúne entonces al alto mando de la Armada en Cartagena, para hacerles saber la orden de Bolívar de actuar unidos para lograr el triunfo de esta batalla.
En el encuentro participó el capitán del apostadero de Cartagena, José Prudencio Padilla, quien llegó a Maracaibo el 3 de mayo de 1823 y cinco días después forza la barra y tras varias acciones la batalla se da el 24 de julio de ese año.
La batalla
Al caer la tarde del 23 de julio, las fuerzas patriotas y las realistas estaban alineadas entre Los Puertos de Altagracia y Capitán Chico. Los patriotas estaban al mando del Almirante Padilla, con 22 buques, 85 cañones y 1.312 hombres, en su mayoría aprendices; y los realistas estaban comandados por el capitán de navío Angel Laborde y Navarro, con 32 buques, 67 cañones y 1.650 hombres y marinos preparados para la guerra.
La batalla culminó a las seis de la tarde con un determinante triunfo patriota. Esta victoria hizo insostenible la posición de Francisco Tomás Morales, quien se mantenía al mando de las fuerzas realistas en Maracaibo.
El 3 de agosto Morales acepta los acuerdos de la capitulación, entregando el resto de la flota realista, la plaza de Maracaibo, el Castillo de San Carlos, el de San Felipe en Puerto Cabello, así como todos los demás sitios ocupados por la oficialidad española.
El día 5 de agosto, el último oficial al servicio del Rey de España abandonó territorio venezolano: la libertad de Venezuela estaba definitivamente decidida, lo cual fortalece a Bolívar en continuar su camino por la liberación de los pueblos del Sur.