Merideños celebran la Paradura del Niño en enero

Mérida, 02 Ene 2018. Cortesía AVN.- En hogares, comunidades y pueblos los merideños celebran la tradicional Paradura del Niño este mes de enero, festividad de religiosidad popular que enlaza la navidad y el año nuevo al mes de febrero, con la recreación de los primeros pasos del niño Jesús.
Es una tradición nacida en el estado Mérida y extendida hacia municipios de las entidades colindantes Táchira, Trujillo y Barinas, con arraigo de alrededor de dos siglos en el imaginario cultural de la región andina venezolana.

«Consiste en sacar del pesebre o nacimiento al Santo Niño para conducirlo en procesión con música, pólvora y velas encendidas», describe el cronista merideño de antaño, Tulio Febres Cordero, en su libro Archivo de historia y variedades, publicado en 1931.

De acuerdo con la tradición, se realiza en el período que va del 1° de enero al 2 de febrero, día de la Candelaria.

Comienza con el rezo frente al pesebre navideño, para venerar al niño, episodio que dirigen los abuelos con más experiencia en la conducción del ritual católico llamado rosario.

Seguidamente y al ritmo de cuatro, guitarra, mandolina y violines, músicos concertados por la familia o comunidad anfitriona entonan versos y la Salve del niño Jesús, cánticos tradicionales que la procesión lleva por el contorno de la casa, de las labranzas y calles.

Todos los invitados, junto a niños y niñas vestidos como pastores, como la virgen María y San José, participan en la marcha para bendecir la tierra, hacer prósperas las cosechas y los proyectos en el año nuevo.

Los petardos se elevan al cielo y el estruendo de la pólvora sirve de fondo al canto en procesión, que avanza con velas encendidas hasta retornar y colocar al niño de pie en el pesebre.

En este punto de inflexión de la celebración, los anfitriones agasajan a invitados y padrinos del niño con vino, bizcocho y «calentao», éste último consistente en un trago corto y tibio de aguardiente aromatizado con hierbas y papelón.

La celebración es de manera implícita una demostración de fe y agradecimiento para el niño Jesús. En cada paradura y de acuerdo con la localidad, los anfitriones ponen toques personales de autenticidad y realce, sumando al agasajo el sancocho y la ensalada de gallina, entre otras variantes, que enriquecen el componente culinario y cultural de la particular fiesta en las sierras andinas.